sábado, 4 de enero de 2014

TITANOBOA MONSTRUO O SERPIENTE


Hace 58 millones de años habito en nuestro planeta la mayor de las serpientes descubiertas por el hombre la TITANOBOA . Este enorme ofidio de la familia de las boas, llego a medir mas de 13 metros de largo y a pesar mas de 1 tonelada , habitaba en los torridos parajes de selvaticos colombianos del paleoceano , vivía en lagos y mataba a sus víctimas estrangulándolas y comiéndolas enteras .
El Cerrejón, la mina de carbón al aire libre más grande del mundo, se convertiría desde 2002 en el mayor depósito de fósiles del planeta cuando Fabiany Herrera, por aquel entonces estudiante de pregrado, bajó del autobús y observó una roca que le llamó la atención, la levantó y descubrió una hoja fósil. El investigador Jaramillo intuyó entonces que en esos terrenos había existido una excepcional selva tropical. Fósil a fósil, los especialistas recrearon que en El Cerrejón había habido flores, frutas, plantas y tortugas gigantes, así como cocodrilos de quince metros y peces pulmonados de tamaño increíble.
En 2005, otro estudiante colombiano, Edwin Cadena, se sumó a las expediciones para buscar restos de tortugas, y encontró unas vértebras, que investigadores en Florida, E.U., identificaron como "de Titanoboa".




La investigación sobre el reptil, coordinada durante cinco años por el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical y el Museo de Historia Natural de Florida, ha encontrado restos que indican que unas sesenta titanoboas vivieron en la zona. También abrió la puerta a otra revelación: la selva en la que vivía el gigantesco reptil era más húmeda, con más dióxido de carbono y varios grados más cálida que las actuales, lo que rompe la creencia de que a mayor calor, menos diversidad de especies.
Y es que este poderoso animal no estaba solo. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Florida, que publicaron un estudio en Paleontology, habría vivido ahí también una especie extinta, un pariente de los cocodrilos modernos de unos 6 metros de largo que pudo haber entablado cruentas batallas con Titanoboa, el Acherontisuchus guajiraensis, el cual dominaba un ancho río que desembocaba en el Caribe. Tenía un hocico largo, estrecho y con dientes puntiagudos, lo que indica una especialización en la caza de peces. De hecho, es el primer animal terrestre del Paleoceno, época inmediatamente posterior a la extinción masiva del final del Cretácico (que marca la desaparición de los dinosaurios), especializado en comer pescado, lo cual significa que competía con Titanoboa por la comida.
"Con seguridad, los ejemplares más jóvenes corrían riesgos con Titanoboa, pero los más grandes podrían haber sido demasiado para la serpiente", comenta Alex Hasting, autor principal del estudio.




Otro antecesor de los cocodrilos también enfrentó a Titanoboa. Hace un años, paleontólogos de la Universidad de Florida presentaron al Cerrejonisuchus improcerus, un reptil de unos 2 metros de largo, un pequeño tamaño en comparación con los gigantes que vivían en la época. Fósiles de ambas especies han sido encontrados juntos en la mina de El Cerrejón.

Lo mismo que extinguió a los dinosaurios acabó con la mayoría de los cocodrilos que vivían en la época, pero los dirosáuridos, procedentes originalmente de África hace 75 millones de años y que cruzaron el Atlántico hasta llegar a Sudamérica, fueron unos de los pocos grupos que consiguieron salvarse.
Los investigadores han encontrado restos que indican que unas sesenta titanoboas vivieron en la zona y se alimentaba de tortugas gigantes y de cocodrilos, a los que atrapaba y devoraba con cierta facilidad. Para comprender el tamaño de semejante animal, sus descubridores hacen una comparación: su peso equivale al de diez jugadores de lucha libre y su longitud a la de un autobús escolar de Estados Unidos.

Los restos del cráneo de la serpiente y de su mandíbula sugieren que la cabeza tendría alrededor de 60 centímetros, pero que sus fauces se podían abrir con más de un metro y medio de amplitud. Pero, ¿cómo alcanzó semejante tamaño? Los investigadores creen que se debió a la temperatura de la zona pantanosa en la que vivieron las serpientes. El equipo de Cerrejón publicó en 2009 que el ambiente tenía un alto contenido en dióxido de carbono y que la temperatura media pudo estar entre 30 y 33 grados centígrados. En su opinión, este calor pudo facilitar el aumento de tamaño, pero otros científicos consideran que no hay pruebas suficientes.